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La enredadera lingüística del "blended finance"
La "financiación combinada" (o "blended finance") puede brindar a inversores y filántropos un potente mecanismo con el que maximizar el impacto de sus inversiones y donaciones. Pero un vocabulario rebuscado y una ausencia de asesoramiento claro y transparente pueden crear barreras. Los asesores han de actuar simultáneamente como traductores, mediadores y guías estratégicos, iluminando la oscuridad lingüística a su paso para encontrar el camino correcto.
"Blended finance". ODS1, ASG2. Innovación responsable. En muchas áreas de los servicios financieros hay una tendencia a enredarse con la jerga y a complicar excesivamente las cosas. Quien usa este lenguaje busca demostrar su cualificación, conocimientos y experiencia. Pero la realidad es que, a menudo, el uso de tecnicismos hace que los clientes se sientan desbordados y, cuando salen de una reunión, tienen más dudas que al entrar.
La filantropía es especialmente vulnerable a los obstáculos lingüísticos, por carecer del marco técnico y legal del mundo financiero. Podemos hablar sobre “sostenibilidad a largo plazo” y “responsabilidad”, pero si nos preguntamos sobre el significado de estos términos, no hay una respuesta “correcta”. Esto puede ser frustrante para asesores y clientes.
Y ello importa, porque la gama de instrumentos, metodologías y enfoques sobre la donación filantrópica no deja de evolucionar. Tanto el sector de la ayuda al desarrollo como el mundo sin ánimo de lucro necesitan saber cómo los inversores y los filántropos pueden contribuir de forma conjunta a la economía sostenible. Esto afecta especialmente a las nuevas generaciones de propietarios de patrimonios, que poseen una superior sensibilidad innata para con los temas medioambientales y los retos sociales que sus predecesoras.
Pero la jerga, el ego y la tendencia a hacer lo simple complicado pueden a menudo excluir a los filántropos de los mecanismos y enfoques susceptibles de impulsar un verdadero cambio sistémico. Y el "blended finance" es un ejemplo perfecto de ello.
Los argumentos a favor del "blended finance"
Una vez despojado del lenguaje alambicado, el "blended finance" es un concepto bastante lógico. Como su propio nombre indica, es un método para combinar diferentes fuentes de capital —filantrópico, privado y estatal— en pos de un mismo objetivo. Los filántropos que tienen voluntad de transformar sistemas —ya sea modificando la trayectoria económica de un país, eliminando una enfermedad o preservando el mundo natural— necesitan trabajar con un esquema colaborativo. Esta colaboración puede llevarse a cabo con otros filántropos, o con inversores, gobiernos u otras formas de capital movilizadas estratégicamente.
Suena a receta mágica, y puede ser un medio para hacer realidad grandes proyectos. Pero también entraña retos. El primero radica en que la coparticipación de otros actores tiende a ralentizar y complicar los procesos. El segundo es que mientras que los patrocinadores y mecenas privados gozan de libertad para canalizar los fondos hacia el objetivo de su elección, y siguiendo el procedimiento elegido por ellos, la inversión de fondos procedentes del sector público debe conseguir unos resultados financieros, sociales y medioambientales (lo que denominamos “impacto”) demostrables. Aquí es donde el capital filantrópico no tiene rival: sin la obligación de rendir cuentas ante nadie, es altamente tolerante al riesgo, flexible y posee la libertad para fracasar sin consecuencias.
El "blended finance" puede ser una potente herramienta para el desarrollo social y económico. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), hay un déficit de inversiones en desarrollo global cercano a los 2,5 trillones de USD anuales. Y la urgente inversión para la recuperación post-covid está privando de fondos públicos a problemas de largo alcance y enorme calado. Pero esos ODS aún pueden alcanzarse si las fuentes públicas, privadas y filantrópicas son capaces de trabajar conjuntamente3.
El respaldo de filántropos y gobiernos contribuye a reducir el riesgo en las oportunidades de inversión. El resultado es que estas oportunidades se vuelven accesibles para el sector privado. A cambio, la inversión privada ayuda a acelerar el desarrollo, y aumenta el impacto positivo. Al reducir el riesgo y ofrecer un retorno financiero a los inversores privados, proyectos que de otro modo serían considerados demasiado visionarios o prematuros o bien su envergadura se consideraría excesiva (y por tanto de alto riesgo) —o, simplemente, se verían como proyectos caritativos— se transforman en oportunidades de inversión viables.
Ejemplos concretos
Una de las principales historias de éxito del "blended finance" durante la última década ha sido su aplicación en procurar una red de energía sostenible para Brasil. Un estudio publicado en la revista Energy, Sustainability and Society compara la sostenibilidad energética de Brasil y de Nigeria, las dos mayores economías de Sudamérica y África, respectivamente. Mientras que Brasil no ha dejado de cosechar logros, Nigeria marcha rezagada, en parte, según el estudio, a causa de sus limitados vehículos de financiación y deficiente colaboración público-privada para la provisión de financiación. En 2019, las centrales hidroeléctricas renovables aportaron un 80% de la energía total en Brasil. El cambio ha venido impulsado por una combinación de financiación del Banco de Desarrollo brasileño y de capitales filantrópicos y privados, junto con una campaña nacional a favor de la electrificación. El resultado es que, a día de hoy, Brasil es un líder mundial en la generación eléctrica con bajas emisiones de carbono, gracias en buena medida a haber sabido aplicar estratégicamente el poder del "blended finance". El estudio concluye que la experiencia podría replicarse con éxito en Nigeria si se adoptase el modelo de políticas sólidas, banco dinámico, "blended finance" y vehículos de financiación diversificada4.
Encajando todas las piezas
Los asesores filantrópicos, como yo y los miembros de mi equipo, ayudamos a dar ideas y arrojar luz sobre lo que están haciendo otros —enfoques, casos de éxito, y, de vez en cuando, fracasos de los que se puede aprender—. Tenemos la fortuna de trabajar para clientes con el deseo y la capacidad de utilizar su patrimonio para promover cambios positivos en el mundo. Estas personas saben que sus elecciones pueden influir de forma decisiva en el futuro de nuestro planeta y, posiblemente, en nuestra supervivencia. Para algunas de ellas, su implicación termina en el simple acto de aportar fondos: salvar o cambiar vidas es bastante. En el caso de otras, es solo el primer paso para formar parte del cambio sistémico. Ambas opciones tienen su valor y su mérito. Tenemos el privilegio de poder ayudar a conectar los puntos, involucrando a las redes de Pictet, los clientes, otros profesionales del sector, organizaciones sin ánimo de lucro y esos expertos lingüísticamente opacos pero de importancia vital. Actuamos como guías y conductores para orientar el capital adecuado hacia los proyectos que lo necesitan.
A menudo me encuentro con clientes que han sido testigos del ego en este sector, en forma de expertos que hablan más que escuchan, y que en lugar de aconsejar, les dicen cómo han de proceder. En el mejor de los casos, esto solo consigue complicar las cosas; en el peor, puede tener un efecto totalmente disuasorio. Nadie quiere ser tratado como ignorante en su campo. Pero entre expertos y filántropos se alza una enorme barrera idiomática, pese a compartir el mismo objetivo. En mi opinión, es vital dejar que los filántropos asuman el papel central, ayudarles a elegir el camino correcto y desbrozar la maraña lingüística.